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La catedral

Es el monumento religioso más importante de la ciudad y el edificio más grande que la arquitectura gótica ha erigido en Italia. Situada en Piazza del Duomo, el centro geométrico de Milán, con una superficie de 11 500 m², 158 m de largo y 93 m de ancho, está rematada por numerosas agujas, de las cuales la más alta mide 109 m de altura. La construcción se inició en el año 1386 durante el reinado de Gian Galeazzo Visconti —se desconoce el nombre del arquitecto que la diseñó— y continuó hasta el siglo XIX. A la dirección de los trabajos de construcción se sucedieron maestros de Lombardía, Campione, Francia y Alemania.

El Castillo Sforzesco

Fundado por los Visconti en el año 1300 era conocido como Castello di Porta Giovia, situado justo fuera de las murallas medievales. Después de su destrucción parcial durante la «República Áurea Ambrosiana» (1447-1450), Francisco Sforza lo reconstruyó para convertirlo en su hogar. El castillo sufrió varias obras de remodelación y ampliación con cada cambio de régimen: primero, el musulmán hasta 1499; más tarde, bajo el dominio español a mediados de 1500; hasta la ocupación de los franceses en 1800. Pero el aspecto actual del castillo se debe a la obra de rehabilitación más importante: la de Luca Beltrami, entre los siglos XIX y XX, quien reinventó la fortaleza con importantes añadidos y modificaciones.

La Galería Vittorio Emanuele

El «Salotto di Milano» tal como se denomina a la galería, que conecta Piazza del Duomo con Piazza della Scala. Realizada por G. Mengoni entre los años 1865 y1877 con forma de cruz con un octógono central y cubierta de hierro y vidrio, es el lugar tradicional de encuentro de los milaneses, además de considerarse una de las obras arquitectónicas milanesas más importantes del siglo XIX. La galería alberga numerosas tiendas de diseño y marcas de prestigio, además de famosos cafés, restaurantes, un hotel de lujo y un establecimiento de comida rápida. Junto con via Montenapoleone y via della Spiga, se la considera uno de los puntos comerciales de lujo de Milán.

El Palacio Real

El magnífico edificio del Palacio Real, antiguo palacio de los monarcas de Milán, está situado en el corazón de la ciudad, junto a la catedral.
Su antigua historia, su refinada arquitectura y la centralidad, lo hacen especialmente adecuado para la preparación de exposiciones temporales con gran reclamo organizadas en sus prestigiosas salas con frescos y estucos. El Palacio Real es un centro cultural en el corazón de la ciudad coordinado con otros tres centros de exposiciones: la Rotonda della Besana, el Palazzo della Regione y el Palazzo dell´Arengario.

La iglesia de Santa Maria delle Grazie

Es una de las iglesias más bellas pertenecientes al periodo del Renacentista: se edificó entre los años 1466 y 1490 en estilo gótico-lombardo por G. Solari y modificada más tarde por Bramante, a quien se debe la parte del ábside o tribuna con forma de gran cubo con tres ábsides y el techo poligonal abovedado en forma de galería.
El interior, con tres naves, debe su encanto especialmente a la tribuna renacentista de Bramante, coronada por una cúpula blanca formada por cuatro grandiosos arcos y embellecida por una decoración realizada con grafitos. Desde la tribuna se pasa al claustro, también de Bramante, rodeado por un pórtico.

La iglesia de San Ambrosio

Fundada en el año 379 por el mismo San Ambrosio, patrón de Milán, como «Basilica Martyrum» (basílica de los mártires) ya que albergaba los restos de los santos Gervasio y Protasio. El propio obispo fue enterrado tras su fallecimiento, el día de Pascua del año 397. Los remodelaciones en la orientación originaria de la iglesia, que se han repetido a lo largo de los siglos, fueron cambiando el aspecto inicial del austero edificio de tres naves: un nuevo presbiterio y una nueva ábside siguieron a la construcción de un segundo campanario ya entrado el siglo X. En el año 1126 un grave derrumbamiento obliga a realizar importantes intervenciones y adaptaciones que se prolongaron durante los siglos posteriores hasta las obras de restauración del siglo XIX que, en un intento de devolverle el aspecto anterior al derrumbamiento de 1196, afecta notablemente a la imagen definitiva de la basílica.

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